jueves, 22 de enero de 2009

En medio de la sala sentada en su silla, ella esperaba. Con su peinado recogido, su camisa mal abotonada y su mirada perdida solo permanecía allí hasta q algo ocurriese. Todas las personas que conocía se habían olvidado de ella, al quedarse todo el tiempo en su sala había dejado de existir. Divagaba con la idea d q el teléfono sonara y fuese alguien importante en su vida, q le dijera q la pensaba y deseaba verla. Jamás ocurrió.
Un día decidió tomar coraje y levantarse de esa silla, atravesó la habitación y llegando a la puerta se dió cuenta q no tenía ningún lugar a donde ir, ni nadie a quien visitar, era inútil salir mejor permanecer allí pronto alguien vendría, pensó.

El tiempo siguió trasncurriendo semanas, meses, años, y ella ahora con su cabello mucho más blanco, sus manos surcadas de pliegos y su visión dismunuída se dió cuenta q estaba en el crepúsculo de su vida, poco importaba si moría o permanecía allí. Cerró sus ojos. El silencio llenó la habitación. Pronto no necesitaría a ninguna persona. Pronto sería libre d soledad y angustía.

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