jueves, 8 de mayo de 2008

Pliego mi manto sobre vos, intento cubrir cada herida, cada revoveco de tu cuerpo para que no traspase el frio. Nada es suficiente, tu inmaculado ser se marchita con cada suspiro, cada aliento te envenena y te desvaneces.
Te pierdo, no llego a alcanzarte, si lograra tocar tu mano, rescatarte de ese abismo. Tu figura se desdibuja, ya no percibo siquiera tu aroma. De rodillas, en los ancantilados del averno, siento que todo mi esfuerzo ha sido en vano, no puedo resusitar tus cenizas. El dolor me estremece. No hay más nada que pensar, ni sentir, ni desear.

Solo éste salto me liberará del sufrimiento.

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